Casi me da un ataque al abrir la puerta y
encontrar un mini ejemplar de la selección colombiana de fútbol, montada en
bicicleta, con baletas y capa… así llego mi hija con su papá del entrenamiento
de bicicleta, justo ese día tenia un desayuno y pensé que sería divertido que
pasaran un tiempo sin mí, QUE ME EXTRAÑARAN!
Hoy estoy segura que la pasaron increíble,
pues no hubo oposición a la idea de incluir postre en el desayuno, tampoco de
usar zapatillas de princesa y muchísimo menos de llevar la capa de Drácula,
casi puedo oír a mi esposo convenciendo a la chiquita de ponerse el uniforme de
“La Selección” pues su habilidad al momento de combinar las prendas es nula y
en este caso no necesitaría de dicho talento…
Eso si no olvidaron mis recomendaciones, pues
el tono blancuzco de su pequeña cara dejo la evidencia de haber puesto
protector solar, a pesar de la sobredosis de azúcar en el desayuno balancearon
con una porción de fruta y aunque el termo de agua llegó intacto, me contaron que
en el descanso habían pedido una bebida de campeones para llenarse de energía e
hidratarse…
La mejor parte, fue cuando mi esposo con un
gesto le recordó que había algo para mí en su maleta y ella misteriosamente me
sorprendió con una botella de Pony Malta, oírlos contar como ella decidió
guardar celosamente el último sorbo para mí, pues no era justo que además de no
haber estado en la clase también me perdiera de las deliciosas onces que
tomaron, me hizo sentir feliz, sin duda me extrañaron y aunque estoy segura que
no más de lo que yo los extrañé a ellos, si lo suficiente para seguir con mi
cantaleta de mamá gallina!
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