Nicolás también
la sigue viendo frágil y aún no se siente listo para soltarla del todo, me pide que
entre a las atracciones en las que tubos, piscinas de pelotas e incómodas escaleras son
parte de la diversión para los PEQUEÑOS que pueden correr, saltar, escalar, ir de
un lado a otro sin problema, yo en cambio no me puedo mover con facilidad mi
elasticidad es mínima y el ejercicio hecho es el equivalente a una semana de
gimnasio, la última vez juré no hacerlo de nuevo, es hora de darnos cuenta que
ya no nos necesita, la próxima vez me limitaré a ceder el turno para que pueda
evidenciar en carne propia lo que es su “frágil pequeñita” en el campo de
batalla.
Nuestra pequeña
que es del curso de los grandes del prescolar pasará dentro de poco a ser parte
del de los chiquitos de primaria, ya tengo en mente el plan de acción, que
incluye comprar chaqueta y guantes para el frío de la mañana, levantada
temprano para preparar un saludable menú y abastecerme de Pony Malta para que
nunca falte en su lonchera, estoy segura que físicamente está preparada: su
sistema inmune podrá combatir el helaje de la madrugada, su mente responderá
con atención a cada instrucción y su cabecita la mantendrá en la jugada a la
hora del recreo…
Ahora me toca a
mí, me quedan duros meses de entrenamiento y tengo que prepárame para esta
nueva etapa que es muy distinta a la que yo viví en su momento, no solo porque
el mundo a cambiado y porque los niños también lo hicieron, sino porque también
será MI primer día, ahora seré YO la mamá que vi tantas veces en el paradero
abrazando fuerte a su hijito para contener el calor de su pequeño cuerpo, no
soy yo quien subirá al bus y tendrá que hacer nuevos amigos, será ella solita
quien librará la batalla lejos de mi, auguro éxito total porque tiene a la
mejor entrenadora de vida: yo! Su mamá!
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