martes, 10 de octubre de 2017

Me llamo Paloma!

Desde que supe que tendría una hija imaginaba cómo se llamaría, tenía muy claro su nombre y convencer a mi esposo no podría convertirse en una batalla campal, el tema debía fluir con total naturalidad, no delatar mis ganas, mostrar interés por sus propuestas, y finalmente en “equipo” tomar la mejor decisión: “se llamará:PALOMA!”… lo que no sabía en ese momento es que mi Paloma pondría su sello personal, sería un ser único y su nombre tan auténtico como ella…

Por alguna extraña razón empecé a darme cierto protagonismo imaginando momentos que creía únicos entre mamá e hija, no veía a Nicolás cociendo un tutú, o siguiendo paso a paso el tutorial para hacer la moña de ballet sin dejar un pelo suelto, tomando té con las princesas y muchísimo menos con tacones y maquillaje hasta en las pestañas… pero una vez más la vida me sorprendió, a Paloma mi
chiquita consentida, mi muñeca, mi vida, no le gustan las princesas, prefiere las capas de superhéroes y adora los animales salvajes, su papá en cambio no ha tenido problema en acceder a usar tiaras y coronas para jugar con una patrulla canina, un furioso tigre o Gru su “villano favorito”.

Una vez más me desafió la vida mostrándome que los hijos no son lo que idealizamos, son mejor que cualquier ilusión por espectacular que parezca, que materializar los sueños es la mejor experiencia que podemos vivir, tuve la fantasía de tener una hija con corona de brillantes y zapatos de tacón, que me serviría el té mientras peinaba a sus muñecas y la vida me regaló una princesa guerrera con corazón de azúcar y nervios de acero, que sirve Pony Malta mientras juega a limpiar el desastre que hizo su perro de peluche cuando ella no miraba…

Imaginaba una batalla campal porque comiera vegetales y zumos naturales pero la vida me premio con una predilección por las ensaladas que nos castiga la conciencia pues honestamente preferimos disfrutar de una hamburguesa con papas fritas los fines de semana...

Hoy pienso en mi hija y llega a mi memoria sus ojitos de cristal que me permiten conocer su esencia, una esencia que jamás habría podido ser más perfecta, su vida es tan única como su nombre. Sé que tampoco existen mejores padres para ella, dos seres enloquecidos de amor y orgullo, un par de individuos que todos los días asumimos el reto de alcanzar su andar, pues así es ahora, los hijos van un paso más adelante y tienen una pila extra por lo que no nos queda más remedio que acelerar el paso y aprender a seguir su ritmo para no quedarnos atrás.           


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